Cuando a fines de los años 60, y particularmente a comienzos de la década del 70, se da un auge de las luchas populares en América Latina y se plantean objetivos de liberación nacional y social, la Educación Popular nace con una fuerte acentuación de la dimensión política del trabajo educativo.
Esta intencionalidad política de la Educación Popular procura aprovechar todas las oportunidades para crear actitudes y comportamientos capaces de llevar a niveles superiores de actuación política, a la organización del pueblo alrededor de sus intereses y a provocar su sentido crítico, autónomo y creativo. Como proceso educativo continuo y sistemático implica y supone dos polos: realidad existente / acción y reflexión sobre esa realidad y práctica que realiza el grupo u organización destinatario de las actividades o programas de Educación Popular.
La Educación Permanente está vinculada a la educación de adultos y el trabajo educativo con la gente, experiencias ambas que tuvieron sus mejores desarrollos fuera del sistema educativo (en lo que hoy se llama la educación no formal). Los conocimientos adquiridos se vuelven anticuados y se desvalorizan con rapidez, pero no basta una propuesta de educación permanente. Se requiere de cambios también en el modo de pensar y de situarnos en el mundo y en la historia.
En este contexto surge la Animación Socio-Cultural como forma de acción socio – pedagógica que, sin lograr un perfil de actuación totalmente definido, se caracteriza básicamente por la búsqueda e intencionalidad de generar procesos de participación. Estos procesos están guiados por principios operativos que buscan crear espacios para la comunicación interpersonal al mismo tiempo que excluyen toda forma de manipulación; que no ordena ni consigna sino que ayuda a la Organización; que no dirige ni orienta, sino que anima para que cada uno sea protagonista en la forma, medida y ritmo que él mismo determina.
La animación socio – cultural tiende a producir procesos de sensibilización, motivación y acción de la gente, para que ellos mismos asuman un cierto protagonismo, cuanto más, mejor, para satisfacer algunas necesidades que como individuos, organizaciones de base o comunidades, no pueden satisfacer en razón de las formas de vida de nuestra sociedad.
En los últimos 20 años esta Técnica se ha incorporado en muchas Organizaciones como sector de intervención y como forma de acción profesional. Hay funciones que parecen ser específicas tales como las de promover, alentar, animar a la gente, despertar inquietudes, alentar a la acción y hacer brotar potencialidades latentes de individuos, grupos y comunidades.
Entre los Programas tipo de animación socio – cultural podemos encontrar los Talleres de Desarrollo Cultural,Talleres de Educación Permanente, Talleres de Desarrollo Comunitario y la Promoción de Planes Estratégicos de Desarrollo Local.
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