En La Fabricación del Consenso, Noam Chomsky y Edward S. Herman esbozan lo que denominan un “Modelo de la Propaganda”, describiendo las fuerzas “invisibles” capaces de asegurar que los medios cumplan el papel de propagandistas, transmitan información tendenciosa en lugar de las noticias y obedezcan las órdenes de sus amos incluso sin que nadie se lo pida. Simplemente, los medios “movilizan el apoyo en favor de los intereses especiales que dominan al Estado y la actividad privada (...) y sus elecciones, énfasis y omisiones a menudo pueden entenderse mejor si se los analiza en tales términos”.
El Modelo de la Propaganda :
[...] traza las rutas por las cuales el dinero y el poder son capaces de filtrar las noticias adecuadas a la impresión, marginar a la disidencia y permitir al gobierno y los intereses privados dominantes llevar sus mensajes al público (Chomsky y Herman, 1992) [1].
El núcleo del modelo se compone de los “Filtros de las Noticias”:
Filtro 1 – El Dinero: La enorme riqueza de los dueños de los medios de comunicación, el hecho de que su propiedad esté concentrada en las manos de unas pocas empresas gigantescas y de que éstas, como todas las empresas, sólo están para hacer ganancias. Los grandes requisitos financieros constituyen un enorme obstáculo para cualquiera que desee abrirse camino en este mercado. Sólo los muy ricos pueden postularse. La propiedad se fue concentrando cada vez más. En 1982, Ben Bagdikian halló que había 50 empresas que controlaban casi todas las ventas de los medios en Estados Unidos; en la cuarta edición de su libro, en 1993, la cifra se había reducido a 20 y seguía disminuyendo. Los “medios influyentes” son los que ocupan el nivel superior en materia de prestigio, recursos y cobertura. Comprenden unas 10 a 24 empresas que, junto con los servicios cablegráficos oficiales, definen el curso de acción a seguir en materia informativa y brindan las noticias mismas a la mayoría de las compañías de menor nivel.
Filtro 2 – La Publicidad: Principal fuente de ingresos. Antes del auge de la publicidad, el precio de un periódico debía cubrir su costo de producción, pero si los anunciantes la financian, una publicación puede venderse a menos del costo de producción. Esto deja fuera a los periódicos que no consiguen anunciantes. La publicidad deforma las noticias porque hace que la publicación responda a los intereses de sus anunciantes y no a los de sus lectores. Al público de TV no se lo considera un conjunto de “ciudadanos” sino de “consumidores”. Los auspiciantes quieren programas de entretenimiento que cuestionen lo menos posible y no causen trastornos.
Filtro 3 – La Dependencia de la Información: Brindada por el gobierno, las empresas y los “expertos”. Las burocracias de los medios tienen afinidad con la del Estado y la de las empresas, y se basa en éstas para satisfacer su necesidad de un flujo continuo de noticias a bajo costo. Por otra parte, si uno duda de la “versión oficial”, siempre puede consultar a los expertos. Desde luego, éstos pueden ser ganados para su causa por las grandes empresas o por los intereses oficiales financiándolos, auspiciándolos o incluyéndolos en su personal.
Filtro 4 – La Censura: Forma de disciplinar a los medios. La censura se expresa en reacciones negativas ante las declaraciones de los medios, bajo la forma de cartas, llamados telefónicos, petitorios, procesos judiciales, discursos, proyectos de ley y otras formas de acción punitiva. En ciertas circunstancias, la censura puede volverle muy difícil a un órgano de prensa seguir funcionando. Una de las grandes ironías es que a pesar de que estos “filtros” pro-empresariales, pro-gubernamentales y pro-statu quo le confieren a los medios un peligroso sesgo derechista, constantemente se los acusa de izquierdistas.
Filtro 5 – La Defensa de Occidente: Forma de controlar el mecanismo. Aunque Estados Unidos se creó gracias a una revolución, en nuestra época a la palabra revolución se la identifica con una amenaza malévola. Las revoluciones de Rusia, China y Cuba fueron muy peligrosas para las élites gobernantes porque el comunismo podía socavar su posición superior como clase. Esta presencia malévola lo justificaba todo: el comunismo ofreció un enemigo contra el cual movilizar a la población. El anticomunismo siguió estando en el centro de la ideología política norteamericana hasta la caída de la Unión Soviética en 1988. Cuando esta caída ocurrió, hubo cierta indecisión entre los expertos en propaganda en cuanto a quién d
ebía ocupar el lugar del Imperio Malvado en calidad de enemigo. Saddam Hussein les sirvió durante un tiempo, pero una imagen más segura y maleable fue la de los fundamentalistas islámicos, los musulmanes o los habitantes de Medio Oriente en general, a quienes se describe como si tuvieran como característica cultural ser extremistas y terroristas a ultranza.
Autores: Noam Chomsky
Referencias:
[1] Recuperado de: https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/28863/memoria.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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