En los años sesenta, la primera semiología era prisionera del modelo binario del signo y, en consecuencia, permanecía ajena a toda noción de productividad del sentido.
La teoría generativo – transformacional, por el contrario, introducía la idea de una productividad asociada al funcionamiento del lenguaje (bajo la forma, entre otros, del tema chomskyano de la “creatividad”).
En los ´70, el concepto de “discurso” abre la posibilidad de un desarrollo conceptual que está en ruptura con la lingüística. Una teoría de los discursos sociales se sitúa necesariamente en un plano que no es el de la lengua. Además, este concepto permite una reformulación conceptual, con una condición: hacer estallar el modelo binario del signo y tomar a su cargo un “pensamiento ternario sobre la significación”, sepultado bajo 50 años de lingüística estructuralista. Este proyecto recibe el nombre de Teoría de la Discursividad o de los Discursos Sociales.
La doble operación – separación / rearticulación entre teoría del discurso y lingüística por un lado y reformulación conceptual con la ayuda del “pensamiento ternario” por el otro- permitirá que la teoría de los discursos recupere problemas olvidados: la materialidad del sentido y la construcción de lo real en la red de la semiosis. De esta manera, esta teoría se inserta en una tradición translingüística. La posibilidad de todo análisis del sentido descansa sobre la hipótesis según la cual el sistema productivo deja huellas en los productos: “analizando productos se apunta a procesos”.
Hipótesis de la Discursividad:
Eliseo Verón plantea que la teoría de los discursos descansa en una doble hipótesis:
a) Toda producción de sentido es necesariamente social: no se puede describir ni explicar satisfactoriamente un proceso significante, sin explicar sus condiciones sociales productivas.
b) Todo fenómeno social es, en una de sus dimensiones constitutivas, un proceso de producción de sentido, cualquiera que fuere el nivel de análisis ( más o menos micro o macro sociológico).
Ambos componentes tienen la misma importancia. Es necesario aclarar, que esta doble hipótesis no pretende afirmar nada acerca de homogeneidad en los funcionamientos sociales:
Si la semiosis es condición de funcionamiento de una sociedad en todos sus niveles, ello no quiere decir, sin embargo, que manifiesta las mismas modalidades en todos lados, ni que la sociedad en su conjunto tenga algún tipo de unidad significante. (Verón, 1993).
Verón afirma que es en la semiosis donde se construye la realidad de lo social. El mínimo acto – en – sociedad de un individuo supone la puesta en práctica de un encuadre cognitivo socializado, así como una estructuración socializada de las pulsiones. Toda producción de sentido tiene una manifestación material. Esta materialidad del sentido define la condición esencial, el punto de partida necesario de todo estudio empírico de la producción de sentido. Siempre partimos de configuraciones de sentido que son fragmentos de la semiosis. Cualquiera que fuere el soporte material, lo que llamamos un discurso o un conjunto discursivo no es otra cosa que una configuración espacio- temporal de sentido.
Características del Modelo
El análisis de los discursos no es otra cosa que la descripción de las huellas de las condiciones productivas en los discursos, ya sean las de su generación o las que dan cuenta de sus “efectos”. Este análisis no se queda ni en el discurso en si mismo ni se ocupa puramente del afuera. Los objetos que interesan al análisis de los discursos no están en los discursos, tampoco están fuera de ellos, en alguna parte de la realidad social objetiva. Son sistemas de relaciones que todo producto significante mantienen con sus condiciones de generación por una parte, y con sus efectos por la otra. Tanto las condiciones productivas como los objetos significantes que se analizan contienen sentido ya que entre las condiciones productivas de un discurso hay siempre otros discursos.
Las relaciones de los discursos con sus condiciones de producción por una parte, y con sus condiciones de reconocimiento por la otra, deben poder representarse en forma sistemática; debemos tener en cuenta reglas de generación (gramáticas de producción) y reglas de lectura (gramáticas de lectura). Estas reglas describen operaciones de asignación de sentido en las materias significantes que se reconstruyen a partir de marcas – o propiedades significantes con una relación no especificada con las condiciones productivas- presentes en la materia significante. Cuando la relación entre una propiedad significante y sus condiciones se establece, estas marcas se convierten en huellas de uno u otro conjunto de condiciones. En este análisis damos cuenta del proceso de circulación de sentido y de la diferencia entre las condiciones de producción y las de reconocimiento.
La “Interdiscursividad”: Las gramáticas no expresan propiedades “en si” de los textos sino que intentan representar las relaciones de un texto o de un conjunto de textos con su sistema productivo (su sistema social de asignación de sentido). De esto no debe inferirse que haya un único análisis del discurso, por el contrario hay diferentes tipos de análisis. Uno de los objetivos centrales del análisis discursivo es identificar las variaciones asociadas a variaciones en las condiciones productivas; observar las diferencias desde el punto de vista del funcionamiento discursivo; describir estas diferencias bajo la forma de operaciones discursivas; reconstruir, finalmente, a partir de esta descripción, las reglas que pertenecen a una o varias gramáticas. Jamás se puede analizar “en sí mismo” un discurso porque hay que ponerlo en relación con condiciones productivas determinadas y porque siempre hay que comparar discursos sujetos a condiciones productivas diferentes. El análisis de los discursos sólo puede trabajar sobre las distancias interdiscursivas, es siempre interdiscursivo.
Si todo fenómeno de sentido remite al sistema productivo que da cuenta de su generación, de su circulación y de sus lecturas, entonces un discurso, un paquete significante cualquiera (cualesquiera que fueren las materias significantes en juego) jamás es un lugar de sentido. Se trata, por el contrario, de darnos los medios para encontrar el proceso tras el sentido producido, de reconstituir la producción a través de las marcas contenidas en los “estados” que son los textos.
La semiosis sólo puede tener la forma de una red de relaciones entre el producto y su producción; sólo se la puede señalar como sistema puramente relacional: tejido de enlaces entre el discurso y su “otro”, entre un texto y lo que no es ese texto, entre la manipulación de un conjunto significante destinada a descubrir las huellas de operaciones, y las condiciones de producción de esas operaciones.
Referencias:
Verón, E. (1993). La Semiosis Social. Fragmentos de una Teoría de la Discursividad. Barcelona: Gedisa.
© 2003-2025 Comunicologos.com. Todos los derechos reservados.